Han pasado muchísimos años desde la creación de una provincia peruana que fue en virtud de la Ley N.0 12541 del 12 de enero de 1956, conseguida después de una larga lucha del pueblo y sus guías. Sin embargo, a pesar de tanto tiempo transcurrido, solamente se exhiben versiones parciales de cómo resurgió la provincia. Hay contradicciones y abunda lo anecdótico y aun de personalismos deleznables. Hasta ironías majaderas.
De modo tal que en la fecha, se presenta un problema de cierto vacío en la historia de la gesta, no autenticada por documentos. Se han hecho trabajos de carácter testimonial, breves sin rastrear. Todo ello exige pues un empeño de aclarar todo lo que realmente se hizo: desde dónde, quiénes cómo, cuándo. No habría una historia fiable y validada de la creación de provincia.
Hacia la solución aproximada de esa carencia, tentativa y honestamente apunta este trabajo que no dudamos puede ser mejorado y se hace con buena fe; sin dañar susceptibilidades ni de llevar agua para nuestro molino. Reclamamos cierta base testimonial, por cuanto que hemos conocido a los gestores consagrados; hemos conversado con ellos, hasta hemos disfrutado de su amistad y a todos ellos les reconocemos méritos, valoramos sus acciones. Y en todos los documentos de carácter conmemorativo y en libros del caso, hemos procurado pegarnos a la verdad, sólo a la verdad. Pues somos amigos de Platón y más lo somos de la verdad. Sin mezquindades ni sesgos.
Entre los motivos para esta publicación pensamos, como ya hemos adelantado, la falta de un trabajo documentado y pulcro como las distorsiones lo exigen. Por eso hemos acudido a diferentes archivos y hemos conversado con actores y testigos, que en la fecha, año 2013, sobrepasan los 80 años de edad.
Se pide que la juventud y la niñez de nuestra provincia, de Áncash y de nuestro Perú que no deben descuidar lo suyo; pensando que la diversidad es toda una riqueza que hay que mantenerla y fortalecerla y esto pasa por el conocimiento de una auténtica historia, trabajada obviamente a lo Flavio Josefo, Tucídides, Voltaire, Marc Bloch y otros. Historia objetiva y fiable.
“Historia que, en palabras de Pierre Vilar, sea capaz de explicar por la localización en el espacio y la situación en el tiempo, las relaciones recíprocas entre los hechos materiales y el espíritu de los hombres”. Y estamos de acuerdo con lo que sugiere el historiador y periodista, Antonio Zapata, que la historia regional de los pueblos debe ser escrita por sus maestros.
Todo esfuerzo implica suma atención. Leer con cuidado, comparar los elementos del mismo contenido, luego ir cotejando con lo de otras obras similares. De modo, que como en todo trabajo de temas regionales, el caso es analizar todas sus aristas. Escuchar y captar lo medular en las entrevistas y testimonios. Oír y atender las respuestas; saber clarificar y contextualizar los datos que recibes. Procura contrastar: cualquier documento es útil; sea una carta, un libelo, un artículo, una escritura, un recibo, una partida de nacimiento, de defunción o de matrimonio. Hasta un chiste que te hace jaranear, puede esconder una historia de más valor. Todo puedes emplear, no obstante maneja criterios: de verdad, de utilidad temática, de coherencia o de lógica interna, de enlazamiento secuencial.
Permanentemente, hay que seguir aprendiendo: la vida, la historia, la ciencia, el arte son vasos por llenar, como lo quisieran San Agustín o Buda. Saber admirar, reconocer valías ajenas, alegrarse por lo nuevo es maravilloso. El menos pensado puede ayudarte a mejorar tu visión de algunas cosas. Los ejemplos cuentan mucho. Discute menos, escucha siempre y más. Coraje, pasión, honestidad, amor a lo que haces. La actitud de la duda circunstancial y total es muy valiosa. Sin sectarismos ni dogmatismos, ni devociones a los ídolos de barro.
De modo que las figuras de Próspero Salas, Daniel Huerta, Marcelino Ocaña, Felipe E. Domínguez, los maestros que laboraban en la Escuela 304 en 1949, los miembros de la Asociación de Exalumnos de la misma, el Comité Pro Planta Eléctrica de Lima y mucha gente en las dos orillas de la gestión: Lima y Piscobamba trabajaron tesoneramente. Pero también queremos destacar que fue importante el deseo, esfuerzo y decisión del pueblo piscobambino, tan igual que el de los distritos de Casca, Llama y de Llumpa de entonces. También la ecuanimidad de las autoridades de la provincia de Pomabamba, como el empeño y el celo del prefecto Julio Gadea, del director de Gobierno y Municipalidades, Alejandro Esparza y el interés del Presidente, general Manuel A. Odría pusieron bases seguras en el año de 1949. Y luego en un esfuerzo final en 1955, el sueño de la provincialización se hizo una realidad en el torrente de la historia, que en cierto modo resolvía grandes contradicciones que atajaban el desarrollo social de los pueblos. Y podemos decir que así se hizo justicia a una causa y se reivindicó la voz añeja de una vieja comunidad que vibraba en nuevas ventiscas. Piscobamba, así volvía a brillar desde el corazón encendido de los andes eternos.
En lo integrador, con los frutos de esta y otros trabajos anteriores, ya cabe una labor de síntesis y de interpretación de la historia sobre los embates del magno proyecto de restaurar el icono de Bolívar sobre una tierra marginada por la majadera república.
Institucionalistas luzuriaguinos en 1965, foto de JENV