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Encanto del silencio

Entre la realidad y la ficción

Soñé que iba cuesta arriba , por la falda de un cerro desconocido; desperté y no le dí mayor importancia, y me acordé que tenía que ir a un hospital, a donde fui acompañado por un familiar, pagamos el pasaje.El cobrador nos dio un sol más de vuelto, previo chequeo tuve que devolver, porque esa platilla no era mía, y recapacité que en el arqueo de la jornada el trabajador tendría problema con el  dueño del microbús.Sigue esta racha, había soñado a  Jorge Luis BORGES, jugando con los infinitos de  George Cantor; me desperté  y me fui a una cabina de Internet, donde encontré  olvidado   y friolento un usb... lo único que hice es  entregar al administrador para que devuelva a su dueño usuario. Me acordé  alguillo de economía política, que me hincaba: que hay también el valor subjetivo de los artilugios. 

 Y también pensé en esa máxima elemental, universal, que lo ajeno no es mío, aunque mi hiciese mucha falta. Al apropiame de ese elemental tecnointrumento, sé que voy a perjudicar a otro y ningún bien me va a traer, mientras tanto mi superego se a sublevar y me va a atormentar. Porque el solo hecho de agarrar algo olvidado  no da carta libre para forjar una feliz suerte y confirmar una propiedad mal habida. Es bueno que pares, y no te hagas el Pablo Coello .

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